En la Patagonia, al sur de la República Argentina, el terruño tiene como principales características la marcada diferencia de temperatura entre las noches frescas y los días cálidos, vientos frecuentes, excelente insolación y aguas de deshielo. Es en estas vastas tierras donde la Familia Schroeder dedicó sus esfuerzos para dar nacimiento a un concepto totalmente innovador: combina tecnología de última generación con un edificio de arquitectura sorprendente.

A la vista presenta un color amarillo pajizo pálido que denota su madurez.

En nariz es complejo, se combinan aromas de frutos cítricos, como pomelo rosado y lima, con durazno blanco y notas de pasto. Su fermentación en roble aporta un toque elegante de vainilla y caramelo.

En boca tiene muy buena entrada, es frutal ,de buena acidez, bien equilibrado y persistente.

En el año 2001, Herman Heinz Teodoro Schroeder, descendiente de pioneros alemanes en la región, junto a sus hijos, decidieron apostar por el cultivo de viñedos en el valle de San Patricio del Chañar, Neuquén.

Con una visión innovadora y un profundo respeto por el entorno natural, la familia Schroeder transformó un árido desierto en exuberantes viñedos, marcando el inicio de una nueva era vitivinícola en la región. La bodega, fusionando tecnología de vanguardia con una arquitectura sorprendente, se erige majestuosamente a 22 metros de altura, integrándose armónicamente con el paisaje circundante.

Un aspecto destacable es que la totalidad del sistema de riego por goteo de los viñedos se abastece de agua pura, proveniente del lecho del río Neuquén, garantizando así la calidad y la sostenibilidad en cada paso del proceso de producción.

Con un enfoque en la viticultura sustentable y amigable con el medio ambiente, la familia Schroeder cultiva con esmero las 140 hectáreas de viñedos, ofreciendo vinos de calidad excepcional que reflejan el carácter único de la Patagonia en cada sorbo.

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